Sin duda el principal objetivo de todo objeto tecnológico es simplificarnos la vida, pero a veces las soluciones pueden agudizar o, en el peor de los casos, traer nuevos problemas.
Un profesor nos recuerda siempre “ahorren papel, no impriman los correos electrónicos si no es necesario”, y no lo hace por tener intenciones de arruinarnos el día, simplemente lo hace pensando en el medio ambiente, pues por cada resma de papel que utilizamos es un árbol que se tala en alguna parte de nuestro planeta.
La tecnología, su afán de satisfacer las necesidades humanas y la contraparte, que es la devastación del ecosistema, es el tema que abordaré, enfocándome en ciertos materiales que nacen para simplificar la vida, pero que complejiza la sustentabilidad de nuestro medio.
Cuando el hombre era nómade y recolector, sus frutos, vegetales y carnes, eran arrastrados o llevados entre los brazos hacia los refugios. Pasaron miles de años para que mediante otras formas sus comestibles fueran apilados y trasportados, y debieron pasar otros miles de años para que los hombres descubrieran las fibras vegetales para confeccionar las "seudo bolsas", que en los dos últimos siglos son de papel y predominantemente de plástico.
Sin duda la bolsa plástica es un objeto tecnológico innovador que nos facilita el transporte de objetos pequeños de un lado a otro, más en una sociedad consumista como la nuestra. Pero el problema no radica en la bolsa misma, sino en lo complejo que es su degradación una vez que la desechamos, los casi 500 años que tarda el plástico en degradarse, convirtiéndose en este largo tiempo en residuo y agente contaminante.
El papel sin duda también es un objeto tecnológico importantísimo en la historia de la humanidad. Así como lo fue el papiro para los egipcios, el papel para las edades posteriores fue testigo de grandes obras, tratados... y fundamental para todos los ámbitos de la vida. La ventaja de este material es que puede ser reciclado y se degrada rápidamente, según su composición puede tardar entre 4 meses y 1 año. Pero el problema es que mientras más papel utilizamos, es mayor la cantidad de bosques que se talan, ya que aumenta la demanda de papel, la tala sobrepasa el reciclaje y el tiempo que demora en ser degradado, por lo que lentamente vamos reduciendo las fuentes que nos proporcionan la materia prima para su fabricación. Además el papel reciclado y su posterior reutilización lentamente van degenerando la calidad del nuevo papel hasta llegar a un punto en que no puede ser reutilizado.
El reciclaje del papel se inicia a mediados del siglo XIX pues tras descubrir la celulosa, un señor de apellido Meillier, todos se abocaron a buscar métodos y técnicas que permitieran reutilizar el papel ya fabricado, reducción de costos y mayor producción en menor tiempo.
Saliendo del papel, que quizás es la materia que mas rápido se incorpora al medio natural tras su desecho, me gustaría referirme a otro muy particular y que irrumpe con fuerza sólo en las últimas décadas del siglo XX en la vida hogareña.
El pañal desechable demora cientos de años en degradarse, pues entre sus componentes destacan principalmente plásticos o polímeros. Constituye el 2% de los residuos domiciliarios del mundo y cada niño que los utiliza puede contribuir con casi una tonelada de pañales anualmente. Hoy los esfuerzos se centran en reducir no la cantidad de pañales utilizados, sino que el tiempo de su proceso de biodegradación, mediante la inclusión de materiales que puedan ser absorbidos más rápido por el medio.
La consecuencia del descontrol humano en materia de consumo y residuos, sólo hace un par de décadas ha sido dimensionado, lamentablemente, gracias a la contaminación de las aguas, aire y suelo. El lento agotamiento de recursos también es un indicador de la devastación que hacemos para satisfacer las necesidades de la, cada vez más compleja, sociedad.
Las consecuencias vistas desde la generalidad son: extracción de materias primas por sobre la capacidad que tienen estas para biodegradarse, ello trae consigo una sobreexplotación y agotamiento de recursos naturales. Esta dinámica responde a un fin netamente económico donde prima la ganancia pero no hay conciencia de la regeneración.
Cuando generamos residuos domiciliarios generamos contaminación de otros ecosistemas, ello trae consigo la disminución de especies y el aumento de toxinas y agentes contaminantes que dañan la capa de ozono y la calidad del aire, por consiguiente empeora la calidad de vida de las especies que respiran el aire contaminado.
El aire contaminado puede ser purificado por las plantas, que para generar su proceso de fotosíntesis absorben los agentes contaminantes como dióxido de carbono y liberan oxígeno, además de servir como materia prima tanto para la alimentación de diversas especies y para la confección de otras materias.
Por suerte algunos ya están tomando cartas en el asunto y además de preservar numerosas áreas verdes, desde la ciencia otros trabajan en la generación de materias que satisfagan las necesidades humanas y a la vez sean amigables con el medio natural.
En muchos países de Europa hace una par de años y recientemente en nuestro país, un novedoso proyecto para la biodegradación de plásticos se está llevando a cabo con bastante éxito, me refiero a los TDPA (Aditivos Plásticos Totalmente Degradables). Una solución ambientalmente responsable en el proceso de manufactura de plásticos, que permite que productos de uso doméstico e industrial como bolsas, empaques de alimentos, cuchillería desechable, pañales, etc. se degraden rápidamente y también se biodegraden.
Se trata de un proceso innovador a la vanguardia tecnológica que permite producir plásticos biodegradables mediante el uso de aditivos. Estos aditivos se incorporan en la fabricación estándar de productos plásticos, para que se degraden luego de su uso, y posteriormente se biodegraden reintegrándose al bio-ciclo natural.
El sistema es percibido como una solución mucho más rentable que otras alternativas de biodegradación, pues no es necesario invertir en nuevas máquinas, y además, es compatible con el reciclaje.
La degradación se inicia una vez que el producto es desechado y sometido a la exposición directa de cualquiera de estos factores: calor, luz y estrés mecánico, además del oxígeno presente en el aire.
Al final del proceso, el plástico se transforma en agua, dióxido de carbono y biomasa, que se fija al suelo como cualquier otro desecho orgánico. Esta transformación corresponde a la oxo-biodegradación.
En síntesis, el hecho de no tener conciencia de cómo hacemos uso de los recursos que nos brinda la naturaleza por el afán de satisfacer de mejor manera las necesidades del hombre, conlleva que nos ceguemos con una concepción antropocéntrica del mundo y de desechemos una visión biocéntrica, donde la biosfera también es parte de ella.
Manuel.
publicidad que motiva el uso de bolsas biodegradables
Yo vi en www.barcel.com.mx que Barcel acaba de desarrollar el primer empaque metalizado 100% degradable, ahora solo lo tienen las Takis pero que pretenden implementarlo en todos su productos.
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