viernes, 22 de mayo de 2009

Tecnología por las nubes.

En la Edad Media y el Gótico, los hombres creían que a mayor altura más cerca se estaba de Dios, ésto explica el por qué las catedrales europeas poseen campanarios que se encumbran a grandes alturas y enormes vitrales en sus cúpulas que permiten, según la creencia, el ingreso del reflejo divino.

Hoy la arquitectura no posee fundamento teológico, sino más bien un fundamento tecnológico para zurcar los cielos.

Nadie puede negar que los avances tecnológicos han dado alcance a todos los ámbitos de la vida. Ésto es señal de lo vertiginoso de nuestro mundo y el afán de perfección que, por esencia, busca el ser humano.

Viendo los medios de prensa, escuchaba orgullosos a los trabajadores que fueron parte del proyecto inmobiliario a mayor altura del país y cuya obra gruesa fue terminada sólo hace unas semanas, me refiero a la imponente Torre Titanium en el sector oriente de la capital.



Sin duda constituye un atractivo para la capital, pues no deja de ser el edificio más alto de la ciudad y el país, sino que también es el que cuenta con los mayores avances tecnológicos en su categoría.

Esta torre será uno de los centros de negocios de la capital, en ella se establecerán filiales de diversos bancos, centros comerciales, centros de recreación y deporte y oficinas empresariales y particulares.

Además de contar con una vasta extensión que proporcionará amplios espacios para la distribución de las diversas entidades y flujo de personas. Entre sus características destacan por ejemplo la incorporación de 3 tipos de ascensores con velocidades diferenciadas para moverse dentro de los 52 pisos del edificio, uno de velocidad baja que se mueve a 4mts/seg. y recorre desde el piso 3 al 19, otro de velocidad media que recorre 5mts/seg. desde el piso 20 al 37 y un tercero que avanza a alta velocidad de 7mts/seg. desde el piso 37 al 52. Entre los avances tecnológicos también se cuentan ascensores capaces de recorrer el edificio en su totalidad para casos de emergencia y accesos de rescate y escape cada tres pisos que permiten evacuar directamente al exterior.

Como Chile es un país sísmico, muchos se preguntarán por qué hacer un edificio de gran altura corriendo el riesgo de derrumbe, pero es esta característica la que permite el desarrollo de tecnología antisísmica cada vez más avanzada y que se aplica con mayor frecuencia en las construcciones en la actualidad. En el caso de esta torre, la tecnología antisísmica corresponde a disipadores de energía, los cuales reducen en un 40% las vibraciones en caso de temblor o vientos, amortiguando su impacto.

El aspecto frágil de los cristales es sólo parte de la estética, pues los vidrios de la torre además de ser blindados, permiten que la luz natural entre por cada rincón del edificio bloqueando la radiación UV y con capacidad de soportar fuertes vientos. Todo está planificado de modo tal que la torre pueda generar, a pesar de sus dimensiones, un reducido consumo energético, tanto a nivel de electricidad como de agua, según lo que afirma el administrador de este proyecto Italo Carrera.


Si nos enfocamos en los extremos de la construcción, bajo el hall existen 3500 estacionamientos para vehículos particulares y 190 estacionamientos para bicicletas. En el extremo superior, a la altura de 200 metros, cuenta con dos helipuertos que permiten el aterrizaje de dos aeronaves sin problemas.

En tiempos de crisis este edificio costó mas de 120 millones de dólares y a diferencia de su competencia, que pretendía ser el edificio más grande de Sudamérica, sólo a un par de cuadras, éste si culminó su fase de construcción y espera ser inaugurado en enero del 2010.

El impacto que generará este edificio en su zona de ubicación será considerable pues atraerá diariamente a sus dependencias unas 5.000 personas, por lo que obras viales están en proyecto para facilitar el acceso a la torre y evitar congestión en las avenidas principales que lo circundan.

De esta forma la torre Titanium se transforma en el edificio más grande de Chile. A pesar de ser un proyecto ambicioso no se compara con el megaproyecto que constituía el Costanera Center, que fue uno de los primeros resentidos por la crisis económica en Chile y que obligó a la paralización de la construcción, que significaba una inversión multimillonaria.


También estaba contemplado como un edificio de alta tecnología y no podía ser menor para el título que buscaba ostentar. Entre sus anheladas características estaba contar con 110 ascensores, 4.500 estacionamientos, 85 escaleras mecánicas, una superficie construida de 694.000 mt², contar con una construcción de acero equivalente a 4 veces la Torre Eifel y recibir a un flujo diario de 40.000 personas en sus centros comerciales y áreas de esparcimiento y recreación entre las que se encontrarían supermercados, tiendas de retail, restaurantes y cines.



Esta es la realidad de la construcción en nuestro país: a pesar de la crisis, como en ningún otro periodo, -al menos del que tenga recuerdo- se amplió la oferta inmobiliaria. La gente compra casas y departamentos como quien compra un electrodoméstico. Los inmuebles incorporan cada vez más las tecnologías de la domótica y con innovadores diseños parecieran ser personalizados para sus propietarios.

Volviendo al tema central de esta publicación, destaco los avances en diseño y tecnología que incorporan las construcciones actuales, pero la verdad es que a mí, como a muchos otros, no les afecta en lo más mínimo saber que está en su fase cúlmine el edificio más grande de Chile. Es una atractiva construcción, que sin duda destacará como imagen capitalina, pero para muchos no será más que una linda portada para tomarse fotografías y publicarlas en Facebook.

Manuel.




Proyecto en etapa final de construcción.



Proyecto suspendido y que aspiraba a ser el centro comercial y edificio más grande de Latinoamérica. Posiblemente sea retomado en el 2011





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